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Vivir para Trabajar



El exceso de trabajo es un factor de riesgo laboral no sólo por la mayor probabilidad de que dicho riesgo

se traduzca en un daño para el trabajador sino porque puede generar alteraciones de la salud, incluso la 
propia muerte, bien por algún tipo de dolencia directamente conectada con el sobre esfuerzo (paro cardiaco, ictus, etc.),

o bien derivada de algún patología intermedia como el estrés (que desencadene un suicidio de origen laboral, por ejemplo).



A la hora de ponderar la repercusión de la jornada de trabajo en la salud se debe tener muy presente el desfase
irreductible que separa la organización prescrita del trabajo y la organización real de éste.

Seguramente la distancia entre la jornada teórica y la real será muy significativa ya que nos encontramos en un sistema
productivo donde la flexibilidad se consigue fundamentalmente a través de las horas extras realizadas por la

propia plantilla, sin recursos a planificaciones complejas de la organización de trabajo. No es un secreto la 
existencia de un número importante de horas extraordinarias, no declaradas, por encima de las legales de tal

manera que la jornada real media es una incógnita pero supera, seguro, el máximo legal.


Además, las jornadas se vuelven más largas con los trabajadores con menor poder negociador.